jueves, 14 de abril de 2011

“GOCTA: PARQUE TEMATICO DE LA BIODIVERSIDAD, LA ARQUEOLOGIA Y LA TRADICION CULTURAL DEL NORORIENTE PERUANO”

Wilson, comunero de Cocachimba, quien habría recibido capacitación como Guía de turismo practico en el Proyecto PROMACTUR de CARITAS, no solo nos recibe con una sonrisa pausada, sincera y honesta; si no logra que el trayecto de caminata entre el centro poblado y las cataratas sea más que una visita concreta y sea lo que es originalmente una forma distinta de sentirse parte del existir de este emporio.  
Hemos sido testigos de la diversidad que posee y trae consigo, que además de su fortificante caída de aguas naturales; es viva y real la existencia de un potencial de fauna y flora todavía existente y cercana a la ciudad de Chachapoyas y Pedro Ruiz importantes centros de distribución de visitantes y turistas.
“Cocachimba, nos dice Wilson, tiene un origen y una explicación, asi, nos refiere que Cocachimba se origino de una mujer anciana que adquirió estas tierras antes ubicadas en la zona de la Coca, cambiando a través del trueque en dos arrobas de Coca por tres hectáreas de terreno, asi la mujer lo denomino la coca.
Sus primeros habitantes crecieron lo que genero que algunos pasaran la margen de la quebrada de Cajacium; este hecho significo “Chimbar” en quechua, cuya traducción e interpretación quiere decir: “pasar a la otra banda u otro lado de la quebrada”, asi que los pobladores que eso hicieron y se ubicaron en el actual espacio de Cocachimba tuvieron una nueva connotación, los de Cocachimba.
Huellas de este pasado rico en historia y tradición nos ha permitido observar que los caminos actuales por donde visitantes y turistas acceden hasta Gocta: “emporio de  guas”; terrazas y construcciones cuyas habilidades en ingeniería y preservación de las laderas  resuenan con el viento exponiendo su interpretativa al sonar de la ciencia acerca de nuestros antepasados.
Por donde andamos algunos visitantes, vemos como de manera suave nos adentramos a bosques que albergan cuan casa del infinito, celosos guardianes del “tucancillo verde” (Aulacorhynchus prasinus), del “pájaro Carpintero enano” con más de tres especies que pudimos ver; del “Gallito de las Rocas o tunqui” (Rupicola peruviana) y del “Mono Cholo de Cola amarilla”(Oreonax  Flavicauda), en esos momentos casi inexistentes por los bullicios y el andar jadeante que hacíamos sino espantar y esconder a todos; Wilson dijo: “acaso en la casa de uno cuando va a descansar soportamos una bulla, o cuando vamos a cenar permitimos ruido alguno??, preguntas que pocos nos hacemos al adentrarnos al Bosque hogar de una fauna poco apreciada en su dimensión verdadera en esta vorágine hambrienta llamada Turismo.
Mientras seguía el recorrido jadeante, un bullicio hizo eco de las gotas de agua acompasadas del trinar de aves y vaivén de arboles que nos decían ¡vida!; por ahí no mas alguien dijo “cuidado, cuidado te topes con el árbol, su algodón te va a caer”, era el árbol de la “balsa”, un robusto tapa sol que en sus ramas más altas de una inflorescencia brotaba cuan fruta madura abundante algodón.
Este árbol de mucho valor e importancia que revisando luego en la historia ha aportado mucho en la tradición no solo de confección de balsas y madera para diversos objetos domésticos, como las famosas tablas de lavar ropa cerca al rio, o batanes para amasar el pan tradicional de lugares como Chachapoyas o Luya, y que hoy se pueden observar en casas tradicionales; sino ha permitido, como varias veces ha contado mi abuela Isaura Aungulo, una nonagenaria mujer que sentada en su sillón a la distancia recuerda cuan viva sus experiencias en las labores artesanales de las casas, donde se confeccionaban almohadas cuyo relleno suave y terso era el algodón producido por este árbol esplendido; aquella tradición que han tenido muchas familias y que además junto al comercio de lanas generadas por el “árbol de balsa” permitió un intercambio entre Trujillo, Cajamarca y San Martin entre los siglos XVII y XVIII.
Más adelante en nuestro andar nos topamos con la diversidad de palmeras que en la parte alta muy cerca de la primera caída de agua de la Catarata que atrae a muchos, se encuentran reductos de bosques originales, que son fieles guardianes de la vida de especies en aves y mamíferos endémicos como “la Tucaneta” y “el Majas” y en varias ocasiones se avistado al “Oso de de anteojos”; también es evidente la presencia de la “Shiccha Brava” árbol prodigioso que conjuntamente a firmes helechos contribuyen en la construcción y confección de techados tradicionales para las casas.
No se pueden dejar de mencionar al alimento de aves y mamíferos como el Mono Cholo de cola amarilla; se tratan de la “Tsangapilla (hembra o macho)” que es alimento de la Tucancillo verde y el Gallito de las Rocas, asi también la “Huacamucana” que cuando madura su amarillo atrae tanto al Mono choro de cola amarilla siendo un exquisito alimento, no deberé olvidar que tanto el Choloque como la Tsangapilla poseen frutos duros a manera de semillas que nos decía Wilson, nuestro buen guía, son adecuados para la confección de artesanía.
Asi hemos pasado la inmensidad de una casa única que alberga muchos residentes que es necesario y urgente cuidarla y preservarla y que si bien es cierto las caídas por ahora son el velo de una novia hermosa que a algunos pareciera que opaca para mirar el hogar donde habitan especies diversas que hay que respetar y cuidar, de esta manera una mejor forma de aprovechar podrá ser para este emblema del culto al agua y que siempre hubo entre las sociedades del pasado y que hoy con nuevos intereses nos fijamos y abordamos.
Derrepente, nos pusimos a pensar que deberemos entender y mirar a este lugar especial como un parque temático- pensé, en el que la biodiversidad, la arqueología no descubierta y menos estudiada científicamente aun no ha dicho nada y donde las tradiciones culturales vivas y vigentes de centros poblados antiguos como San Pablo de Valera, la Coca y Cocachimba son de los pocos medios para acercarnos generacionalmente a comprender el valor de la preservación y de una cultura hecha para ello.
Ahora mismo me puse a escribir esta sencilla nota, manifestando a Wilson nuestro amigo Guía de la Asociación Comunal Cataratas de Gocta de Cocachimba que en pocos días retornaríamos para ver desde nuestro andar como arqueólogo e iniciar el estudio del conocimiento del pasado, permitiendo saber y comprender para difundir y explicar porque se asentaron en parajes tan excelsos y epónimos, pero sobre todo tan sensibles que requieren una mayor y detallada sensatez y amor autentico para lograr su valioso aporte al desarrollo, también reflexionamos al respecto y debemos asumir que es necesario una redirección de las actividades de intensión y quizás diré hasta de buena voluntad a favor del uso turístico que han venido desarrollando algunas entidades y autoridades, pero un análisis más sesudo y pausado no puede generar deterioros de un bosque, casa y hogar de diversidad de especies y se pretenda construir a diestra y siniestra sin una evaluación de mayor conocimiento de causa de porque no hacerlo, la construcción turística debe parar en Gocta y debe fijarse en fortalecer a los centros poblados donde el cemento es un concepto inexacto y descabellado para estos casos, una revalorización del conocimiento tradicional y el manejo de materiales originarios ayudara mejor a diseñar los poblados y caseríos que son los que tiene que recepcionar visitantes y turistas.
 Con Wilson hemos terminado por ahora esta tercera visita al “Parque Temático de la Biodiversidad, la  Arqueología y la Tradición Cultural” que deberemos promover todos para un correcto uso a partir de la preservación de su espacio de manera integral.
Promovamos la creación del “Parque Temático de Gocta” recurso insalvable si no respetamos que antes de ser el recurso turístico es la casa de especies y el pulmón que aporta a oxigenar el Utcubamba en su magnitud.      
Por: Jorge Luis Ruiz Barcellos

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