martes, 9 de agosto de 2011

MINISTERIO DE CULTURA: POLÍTICA, CRECIMIETO Y DESARROLLO; ¿COMPASES RÍTMICOS Y ARÍTMICOS DE UN NUEVO ESCENARIO?
Escrito por:
Arqueólogo Jorge Ruiz Barcellos

¡La primigenia Ministra de Cultura del Perú!!, la artista Susana Baca, distinguida dama de ébano que expresa y sintetiza la reafirmación étnica y el estilo propio como ha difundido en el exterior un aspecto de nuestra música tendrá que desarrollar una tarea ardua, ya que el patrimonio cultural no solo son los compases de un sonido, color y danza los que siguen vivos, sino sobre todo aquel patrimonio ancestral sensible y velozmente impactado con arritmias de un falso y tergiversado mal manejo, hoy que debemos considerar en EMERGENCIA EN TODO EL PERÚ Y EN DESAPARICIÓN.
En ese sentido ¿cómo es que los Gobernantes, funcionarios, inversionistas privados ,público en general y “ciudadanos de a pie” vienen observando el tema de la cultura en el Perú? y ¿Cómo se está insertando a la gobernabilidad y la vida económica y social?,  pues en los últimos 10 años se ha difundido de tal manera que hoy se la ha colocado “empaques”, muy pocos quieren adaptarlo  a las formas de comercio, con diseños nuevos – que también es de la cultura actual- aquel que tiene un significado más económico y valorativo, y, que forma parte de un producto; pues es cierto, muchos están recibiendo el mensaje que la cultura es un producto de presentación que solo impulsa otros productos y servicios, en parte es cierto, y lo podría ser, pero cuya sensatez  en todo ello no solo se centra en estas prerrogativas y desde un manejo cuan materia prima procesada y presentada a un mercado con una marca propia que va creciendo y que se llama Perú; así se ha avanzado en “el cebiche” con el deseo de  volvernos una capital latinoamericana y mundial de la gastronomía, excelente paso; junto a ello insumos de la tradición- por decirlo así, de nuestra cultura, se han convertido la “marinera”, “el caballo de paso” ,“la música criolla” y quizás las “fiestas altiplánicas de la Negreada y la tuntuna” que por ahora son más étnicas, rodeadas de un impulso económico muy local. Un caso también inmerso es la literatura que nos identifica, junto a Mario Vargas Llosa y el cine peruano, están muchos otros artistas, músicos, y demás expresiones que en la estructura del Ministerio de Cultura están tipificadas como baluartes y expresiones inmateriales transformándose y rediseñándose, pero que no cambia en su esencia.
Como asumir que parte de este crisol que expresa la cultura peruana, se pueden integrar otros aspectos como por ejemplo, lo ancestral, que tiene un lugar y expectativa, podemos decir que el caso concreto de los Museos se han convertido en mecanismo de difusión de nuestro acervo y aún siguen siendo la plataforma interactiva que intenta conectarse entre las grandes mayorías y ventanas de nuestro pasado, hoy agregada al diseño turístico de la cultura.
Una materia prima de nuestra cultura ancestral con pocas experiencias verdaderamente exitosas desconectadas aún de otros aspectos de la vida social y económica de su entorno son los sitios arqueológicos pudiendo convertirse en polos de desarrollo, casos como Huaca de Moche o Tucume, medianamente;  Caral, Chan Chan, Sipan o Huaca Rajada y Kuelap sitios que no se han reafirmado como sostén de un entorno local o regional, en todo caso pretenden ser un insumo de  la síntesis histórica de expresiones de la civilización ancestral. Posición que tendrá que ser reestructurada para generar nuevas corrientes de interacción y sostenibilidad.
Todas las mencionadas vienen generando una visita de entre 20,000 turistas por mes o 22,000 turistas al año (datos entre el año 2010 y parte del año 2011), o como lo ha sido Kuelap, por poner un ejemplo. Si quisiéramos efectuar un análisis costos/beneficios, pues veríamos que los ingresos per cápita de estos potenciales “polos de desarrollo” ni siquiera alcanzan para generar un mantenimiento básico y monitoreo sobre su estado de conservación, ya que actividades como estas requieren no solo un personal  observador y vigilante, sino técnicos en monitoreo del estado de conservación especializado. Quizá los que más valor extraen de la imagen turística de los sitios arqueológicos y por consiguiente de este tipo de patrimonio cultural ancestral son: Huacas de Moche (la Libertad), Caral (Lima), Tumbas Reales y por su puesto nuestro emblema de la peruanidad ancestral: Machu Picchu.
Aquí quizás hay un punto medular que requiere mayor análisis, propuestas y voluntades abiertas, sensatez, pero al mismo tiempo con profundos principios que superen los personales, en todo caso los generacionales.
Hasta aquí no hemos respondido ¿Cómo se distingue en el panorama político de crecimiento y desarrollo al aspecto de nuestra cultura?, pues al parecer existe una tergiversación voluntaria y en algunos muy pocos casos, es inconsciente; en ambos, el desconocimiento o involuntad y por consiguiente desvaloración  amplia de la cultura, por parte de políticos, autoridades y funcionarios, hace que la cultura y su patrimonio sea observada a través de una ventana colocada y exhibidas en salas; en algunos casos se ha fomentado mirar a la cultura como si políticos, autoridades y funcionarios no formaran todos parte de ella, como si ahí también no estuviera sus orígenes; una visión que en las décadas pasadas grupos socioeconómicos y políticos de elite regidos por su alienación han querido verla siempre así.
Por otro lado se ha cualificado de manera ciclópea en las estructuras educativas del estado una completa alienación por todo aquello que es lo nuestro, y peor aún, nunca se ha fortalecido las competencias, habilidades y creatividad de niños y jóvenes  a construir su personalidad y su rol mirando desde los valores más potenciales de nuestro país, precisamente uno de ellos es el Patrimonio Cultural.
Los profesionales en las ciencias humanas y sociales, tanto antropólogos, arqueólogos e historiadores nos hemos enfrascado y contagiado con estas tergiversaciones y hasta mala formación, situación que nos tiene desmembrados en nuestra personalidad propia, desunidos, alejados y hasta separados de la estructura del País, y que hoy nosotros precisamente seguimos contagiados, olvidando y queriendo olvidar que hemos recibido el encargo de administrar y gerenciar la ciencia del conocimiento de nuestra historia y de nuestro rico pasado, descontando el aporte de una generación que rompió sus paradigmas y que trazaron las líneas de como mirar y tratar nuestra historia y nuestra cultura como el caso de Raúl Porras Barnechea, Jorge Basadre Gröman, Belaunde Terry y los siempre pensadores que instrumentalizaron los fundamentos de la hoy marca Perú, como José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre y nuestros vates César Vallejo Mendoza y José María Argüedas.
Mas no se ha visto a nadie que haya ido más allá de sus claustros de alienación, mal estimulando a que miremos y actuemos con una cultura de calco y copia en un país que siempre ha tenido identidades propias, en todo caso incluso algunos malos políticos y desalineados tecnócratas han pretendido que no todos podemos  estudiar y comprender nuestra historia y cultura propia, porque también para algunos solo era exquisitez de los más privilegiados vinculados a las falsas estructuras académicas o a los espacios de elite económica- incluso algunos colegas todavía actúan así, ubicándose en plataformas académicas de élite, aunque ya quedan pocos.
            En ese contexto se nos ubicó y transfirió a varias generaciones,  la forma de ver, asumir y observar  así nuestra cultura. Hoy, debe empezar un cambio, tenemos que comprometer a la clase política y formar parte de ella, quienes deberías ser los más comprometidos con la autenticidad de las formas diversas que posee nuestra cultura de expresarse, para que asuman una envestidura que vaya más allá de las frases de cliché, de los acomodos proselitistas. Es urgente y necesario que la clase política del Perú y sus regiones, conjuntamente con sus autoridades y funcionarios  se integren y se conecten auténticamente a todo aquello que debe ser asumido como la cultura delo propio, aquello como la identidad de la creatividad, a la valorización espacial e histórica de los pueblos en cada rincón del país, y me permito pedir, cada gobernante, autoridad, político y funcionario debería tener como obligación fundamental no solo rendirle respeto auténtico al sistema de emblemas, íconos de  una estrecha forma de asumir lo patriota, muchas veces tergiversando símbolos como la bandera y su himno; en todo caso deberemos desarrollar actividades masivas en cada departamento para reencontrarnos con nuestra cultura más profunda, más auténtica, asumiendo la verdad no solo de una cara de la moneda de la historia, sino de ambas, hidalguía y dignidad que debemos tener por nuestra historia y su pasado, aquella que mira desde una cordillera el atardecer, aquella que  escucha el viento que acaricia el heno de las praderas y los humedales, junto a esa cultura, hoy en continua dinámica- que suele correr con pies descalzos entre los pueblitos más recónditos y cuyo transitar va por la selva de cemento en la costa, sierra y selva y se mescla como siempre lo fuera con la vida actual.
            Es necesario que desde el aparato jurídico se diseñen formas y estrategias para que tanto la inversión del estado como de la inversión privada cada vez más apuesten por la auténtica utilidad de la cultura como fundamento que fortalece nuestro crecimiento y que ésta puede aportar enormemente a la construcción del País.
             En ese sentido debemos arribar a establecer todo un trabajo de respaldo a la actual Ministra de Cultura, un llamado abierto a profesionales en diversas materias vinculadas al patrimonio Cultural, aquellos que están en las estructuras académicas para que dejemos las formas más ortodoxas de seguir viendo el rol concreto que hemos venido mostrando  arqueólogos, antropólogos e historiadores, hoy nuestro papel debe ser más trascendente, quizás solo dependa de nosotros para estimular, motivar, y establecer los compromisos auténticos que deberán asumir la clase política, las autoridades en cada departamento del Perú, con ellos la visión abierta de los auténticos inversionistas que miran a la cultura como parte suya.

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